En 1771, por encargo de Luis XV, Claude Nicolas Ledoux diseñó la Saline Royale, hoy Patrimonio Mundial de la UNESCO, para organizar la producción de oro blanco, recurso vital y símbolo de comercio y riqueza (irónicamente, fue precisamente el impuesto sobre la sal uno de los detonantes de la Revolución Francesa, que estallaría poco después).

Concebido como una comunidad industrial ideal, donde función y forma se complementan, este lugar acoge ahora otra forma de viaje: la imaginada por Hugo Pratt. La geometría racional de la Saline contrasta con la imprevisibilidad de las rutas de Corto Maltés, que atraviesa mares y continentes sin seguir nunca un camino establecido.

Corto expuesto en una biblioteca pública es un homenaje a su propia razón de ser, es decir, la capacidad del personaje para desarrollar y mostrar el conocimiento. Corto viaja, y el espíritu con el que lo hace es atemporal, porque los valores de la libertad y la curiosidad son siempre imprescindibles para respetar las diferentes culturas. Corto lee, asimila y hace suyo tanto lo escrito como lo no dicho, que acaban siendo elemento de comprensión para todo aquello que le rodea.